Recordando al artista Ángel Augier Calderín

Por: Sandra González

Hasta hace unos años muchos consideraban que arte y ciencia eran mundos diversos, antípodas por antonomasia. Ha sido tal vez la aparición, el desarrollo y el uso continuo de las nuevas tecnologías lo que ha hecho que nos percatemos de que arte y ciencia tienen importantes puntos de contacto. El ordenador ha abierto un mundo de posibilidades que nos resultan ya cotidianas, pero que habrían dejado sin palabras a las generaciones que nos precedieron. Estos recursos, cada vez más simplificados, han acercado a la ciencia aún a los menos dotados para ir más allá de las simples actividades escolares.

Ciencia y arte no se presentan ya como dos polos irreconciliables de la realidad. La creatividad, la imaginación, son imprescindibles en ambas esferas y, aunque en su resultado final difieran, el proceso de la concepción científica no está reñido con la expresión artística. Este contacto casi diario ha hecho comprender también que arte y ciencia han pervivido en los sueños y anhelos de científicos-artistas o de artistas-científicos de excepción que a lo largo de los siglos han hecho posible la realidad contemporánea. Más allá de Einstein como excelso violinista, del ejemplo genial de Leonardo da  Vinci, inmenso artista y científico, visionario en uno y otro campo, o el menos conocido aporte del pintor, grabador y matemático Alberto Durero, creador de la cuadrilla o rejilla de perspectiva, un instrumento para representar el punto de vista del observador y la reproducción en serie, dispositivo de Adobe Illustrator a disposición para quien lo necesite, hoy en día utilizamos un sinnúmero de recursos en uno y otro campo sin preocuparnos de saber quién lo creó.

Ángel Augier Calderín1 es también uno de esos excepcionales que logró armónicamente combinar arte y ciencia a lo largo de su existencia. Como científico alcanzó altos niveles y reconocimientos en el campo de la óptica, la holografía y las técnicas láser y, a la vez, desde su nacimiento estuvo ligado a un ambiente de sensibilidad artística. Hijo del fecundo poeta Ángel Augier Proenza, desde sus primeros años el lirismo, la imaginación expresiva, formaron parte de su cotidianidad familiar. Por otra parte, en Cuba los años de su primera juventud estuvieron marcados por una concientización de la importancia de la ciencia y un impulso hacia los estudios científicos. Los satélites artificiales y el primer vuelo de un hombre fuera de la atmósfera terrestre y su visita a La Habana, acrecentaron notablemente el interés científico en quienes vivimos aquellos días. Para algunos fue un deslumbramiento pasajero, no para Ángel que supo y tuvo la capacidad suficiente para hacer valederas esas dos vertientes. No es de extrañar que la física fuera la ciencia elegida porque está ligada a la naturaleza y engloba a todas las demás ciencias naturales, vinculada en definitiva a la belleza y a su infinita variedad.

Paralelamente a su vocación por la física, le atrae -y estudia- el Dibujo Comercial, y llega a trabajar en el Departamento de Dibujos Animados del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Recibe lecciones de las diversas técnicas pictóricas y de diseño gráfico, del destacado diseñador cubano, profesor Luis Alonso Fajardo, así como  cerámica artística con Iliana Gutiérrez, sin abandonar sus esfuerzos a la ciencia a la que, desde muy joven también, había decidido dedicar su existencia.

Termina la Licenciatura en Física en la Universidad de La Habana en 1973 y se especializa en técnicas ópticas y digitales de procesamiento de imágenes, en las que organiza grupos, investiga e imparte docencia universitaria de posgrado; y cuando la evolución de los programas de computación hizo posible la creación de obras de arte mediante píxeles y mouse, sin abandonar otras técnicas como la acuarela, encontró el medio ideal para proyectar esa otra importante esfera creativa que siempre había estado presente.

Sus profundos conocimientos de óptica le permitieron, a partir del año 2009, el desarrollo de una técnica holográfica original: el holograbado2, con aplicaciones de imágenes tridimensionales en artes plásticas, arquitectura, diseño gráfico, educación, ciencias y otros usos.  Estos grabados holográficos, diseñados en ordenador y «grabados con láser en materiales adecuados con la utilización de láminas finas de acrílico y acetato, hace posible la creación de obras artísticas tridimensionales, interactivas y cinéticas que poseen características visuales propias», para citar sus propias palabras.

Sus obras digitales, como las que presentamos en una apretada muestra, han sido expuestas en exposiciones nacionales y extranjeras y hoy enriquecen colecciones públicas y particulares en Cuba, Francia, Italia, Alemania, España, Chile, y Estados Unidos de América. Han logrado la recomendación de jurados y comentarios elogiosos de público y críticos.

Tratadas con el mismo valor estético de los grabados tradicionales, esas obras nos sumergen en el cosmos o en un micromundo fantástico, donde el infinito adquiere una posibilidad más inmediata; fondos marinos que quizás existan fuera de la atmósfera terrestre; ciudades sumergidas o erigidas en un universo desconocido o paralelo donde la belleza tiene un significado similar al nuestro. A veces podría tratarse de superficies planetarias o secretos ocultos debajo de rocas en otra galaxia; edificios que nos parecen catedrales, construcciones fantásticas que se alzan a un cielo que no es el nuestro, pero que podrían tener un significado diferente para los seres inteligentes que las han creado; redes de moléculas que forman parte de un ser vivo diferente a nosotros, pero capaz de crear y soñar y que un día, después de tanta larga búsqueda, llegaremos a encontrar frente a frente. A veces son trabajados en un solo color, o en una gama más o menos saturada, en otras hay juego de luces y sombras, golpes de color-luz que crean puntos focales de interés sabiamente diseminados para lograr efectos que reclaman una mirada atenta. Texturas, superficies lisas, uso estratégico del negro o del blanco o su reducción mínima son manejados acertadamente.

Son obras sugerentes, que nos susurran diferentes posibilidades de entender y admirar y que nos llaman a alcanzar por nosotros mismos una sutil, y a la vez poderosa, conexión de sensibilidad con su autor, toda su gran inteligencia, su rico mundo interior y su personalidad generosa. Una experiencia de la cual salimos siempre beneficiados y que nos convoca a apreciar lo visible unido a la posibilidad infinita de la imaginación creadora. 

Notas:

1._ (La Habana, Cuba, 6 junio 1947 -19 julio 2017)
2._ El holograbado es una contribución que amplía y generaliza las técnicas existentes con anterioridad, permitiendo hacer hologramas trazados de tamaño regular grabados con láser, mediante el adecuado software. http://www.revistaccuba.cu/index.php/revacc/article/view/64

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