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Tránsito entre figuración y abstracción

El camino de Raidel Cabrera

Por: Ángel Alonso

«Para nuevas necesidades, necesitamos nuevas técnicas».
Jackson Pollock

ARTÍCULO. (Versión digital)

Si bien la abstracción y la figuración son conceptos distintos, no son necesariamente opuestos; a menudo se superponen en la práctica artística. Existe un espacio intermedio entre ambas, y con frecuencia una convive dentro de la otra, porque cualquier detalle de un cuadro figurativo, cuando se amplía, se convierte en una abstracción, al mismo tiempo que cuando observamos figuras abstractas las asociamos con elementos de la realidad. 

En el caso del artista Raidel Cabrera Medina (Matanzas, 1972), si observamos su evolución, notamos que luego de haber experimentado el camino de la abstracción pura —tanto en su etapa estudiantil como luego de realizar cuadros figurativos—  se adentra en una etapa en la que habita una representación de carácter fotorrealista, caracterizada por un acentuado virtuosismo, para luego desembocar en una abstracción heredera del expresionismo abstracto. 

El origen de esta evolución hacia un lenguaje mucho más expresivo lo podemos encontrar en los fondos de obras como Just enjoying. El artista ha declarado que esta interacciòn, entre el tratamiento hiperrealista de las figuras y la soltura expresiva de los fondos «acentuaba y dramatizaba aún más el carácter psicológico de cada uno de los personajes». Esta intención estuvo presente en todas las obras de esta etapa. Observemos cuán interesante es ese momento en el que lo abstracto abarca un protagonismo similar al de la figura en cuadros como La siesta. Aquí la integración se da por un contraste radical entre los dos lenguajes; resulta asombroso cómo funciona y lo atractivo que resulta.

Pero las ansias de libertad que el artista tenía solo podían derivar en el camino del expresionismo abstracto, la vertiente pictórica más enérgica de la Historia del Arte, que se desarrolló en un contexto diferente al del expresionismo alemán, pues surgió después de la Segunda Guerra Mundial. En él se quebraron las convenciones aceptadas de la pintura modernista, al favorecer un tipo de  composición completa, abarcadora de toda la superficie, y una abstracción casi total del tema. 

Nuestro artista va más allá de las herencias de aquel importante movimiento —protagonista del momento en que el centro del arte mundial se traslada desde París a New York—, pues las armonías logradas tienen un carácter muy personal; la misma maestría que antes depositaba en la figura humana, ahora se hace notable en su obra reciente. A menudo su paleta nos recuerda las atmósferas de los paisajes del inglés William Turner, aquellos paisajes nublados que por momentos parecían abstracciones. Esta asociación nos resulta más convincente cuando Raidel manifiesta: «considero mis abstracciones como paisajes emocionales o paisajes del alma».

Aunque su pincelada sea muy suelta en su enfrentamiento al lienzo en blanco, hay luego un control bastante racional de hasta dónde extender cada trazo. Y a la hora de elaborar las mezclas de color —no importa a cuánta velocidad— no hay margen a la arbitrariedad. Las cantidades de amarillo, de blanco, de grises matizados… parecen haberse medido científicamente, matemáticamente. Sabemos que no es así, que todo ocurre con una temperatura demasiado alta como para detenerse a calcular, pero es asombroso cómo la mezcla resulta satisfactoria incluso cuando ocurre en la superficie de la tela. El uso de una técnica mixta entre materiales contradictorios como el óleo y el acrílico, parece ser la clave de este equilibrio entre la pasión y el control, pues ni el secado inmediato del acrílico, ni lo grasiento del óleo, aislados, le permitirían un resultado como este, tan fresco y a la vez tan aplomado.

Actualmente, la obra de Raidel Cabrera se encuentra en un momento de vitalidad y madurez. Podemos asegurar que su producción actual dejará frutos difíciles de superar incluso por él mismo. Cada cuadro que se plantea es un reto nuevo, y el resultado es, en cada pieza, un nuevo descubrimiento.  ■

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