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Museo

La Chiquita Piconera, de Julio Romero de Torres

Por: Nota museo

ARTÍCULO. (Versión digital)

En conmemoración del 150 aniversario del nacimiento del ilustre pintor Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874 – 1930), el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza tiene el placer de presentar en sus salas una de sus obras más representativas: La Chiquita Piconera. Esta obra se realizó entre 1929 y 1930, poco antes del fallecimiento del pintor, y es considerada su legado pictórico.

El cuadro, una valiosa pieza de arte, ha sido generosamente prestado por el Museo Julio Romero de Torres de Córdoba. Este préstamo ha sido posible gracias al decidido apoyo del Ayuntamiento de Córdoba, que siempre ha demostrado un fuerte compromiso con la promoción del arte y la cultura. Los visitantes tendrán la oportunidad de apreciar esta obra maestra hasta el 28 de julio. Será expuesto dentro del recorrido de la colección permanente del museo, concretamente en la sala 45. Esta sala está especialmente dedicada a los realismos de entreguerras, una época de gran agitación pero también de notable creatividad artística. La pieza estará acompañada de la obra de artistas tan renombrados como Pablo Picasso, Max Beckmann, Otto Dix, George Grosz o Balthus, entre otros, lo que sin duda enriquecerá la experiencia de los visitantes.

La Chiquita Piconera, una de las obras más emblemáticas de Julio Romero de Torres, representa la cima de su talento y habilidad. Es un compendio brillante de todos los elementos fundamentales que definen su icónica pintura. Romero de Torres emplea una técnica casi fotográfica en el tratamiento de los planos, demostrando su excepcional atención al detalle y su capacidad para capturar la realidad de una manera casi palpable. En esta pintura, el artista captura de forma magistral la esencia íntima de una humilde habitación, en la que una joven, la modelo María Teresa López, está sentada frente a un brasero de cobre. Su mirada, directa e intensa, parece penetrar al espectador, creando una conexión inmediata y emocional. Una puerta entreabierta ofrece una visión del paisaje cordobés bajo el cielo del anochecer, un detalle que añade profundidad y contexto a la escena. En este paisaje, se pueden identificar varios puntos de referencia significativos, como el río Guadalquivir, el Puente Romano, el paseo de la Ribera y la Torre de la Calahorra. Estos elementos añaden una capa adicional de significado a la obra, anclándola en su contexto geográfico y cultural.

Este retrato presenta al espectador la dura realidad de la vida marginal del protagonista, en una imagen impregnada de melancolía y sensualidad. A través de su lenguaje pictórico, el pintor sintetiza en esta obra su trayectoria vital y artística, su entendimiento de la pintura y lo que buscaba expresar a través de ella.

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