El viajero incansable.
Entrevista a Angel Alonso
Estoy frente a un artista exultante de alegría, Ángel Alonso acaba de estrenar nuevo estudio y se nota la felicidad en su cara. Gran pensador, observador, discreto y lleno de mundo. Ángel es un ejemplo de seriedad, compromiso y discurso interesado en el arte. Su obra siempre llena de mensaje no apabulla y fluye con gran equilibrio entre la dialéctica y la estética. Crítico de arte y artista multifacético es un hombre agradecido a la vida y te trasmite esa sensación en su persona y en su obra. Sé que pasaré un rato muy agradable y es una de las satisfacciones que me proporciona este ejercicio. Gente como Ángel te hace sentir en tu casa sin tener que decirlo. Te explica su obra como quien habla de sus niños, con lo cual sé que solo tengo que encender la grabadora discretamente y esto saldrá solo.
P.R.- Ángel, ¿Cómo influirá el tener más espacio en tu obra?
A.A.-Cuando llegué, vivía en espacios pequeños, no contaba con un estudio, eso me obligó a pintar en cartulina y formatos pequeños. “La oficina y el templo” es un ejemplo de ello. En esta obra trato la vuelta al orientalismo y a otras enseñanzas perdidas, relegadas a segundo plano, que ahora en plena crisis de espiritualidad están siendo desempolvadas. Por eso en ella se remarca el equilibrio entre el personaje con corbata que representa al hombre occidental en su mundo cuadrado y dentro de él, encontramos también este “Yoga”. En general si analizamos toda la colección hay una especial atención como tema principal a lo que es la cultura occidental, la crisis de valores espirituales y la repercusión del ego como protagonista de las culturas modernas. Quiero decir, todas las culturas que han desaparecido, ya sea por aniquilación o colonizaciones tenían un carácter grupal, la importancia del individuo era parte integrante de su grupo y no se manifestaba el énfasis individualista de la cultura occidental. Eso lo vemos incluso en el artista contemporáneo, el artista protagónico que vende, firma, se hace famoso y compite a toda costa, como reflejo de una sociedad instalada en un intento de superación y dominio, por ejemplo, de la naturaleza, en vez de adaptarse o integrarse en ella.
Como tema general abordo la sociedad occidental y su crisis de valores, provocada por el protagonismo egocéntrico del hombre, llamado contemporáneo ahora y moderno antes. Por este camino van todos mis cuadros, cada uno se presenta como un subtema independiente, unos los afrontan de una manera más directa, otros tienen un carácter más metafórico… y también poética en algunos casos. El nuevo espacio me permitirá pintar cuadros más grandes, en los que esta temática se seguirá desarrollando.
P.R.- En tus trabajos encuentro frases que conforman la obra, recurso a veces criticado. ¿No te parece que con esto ayudas o induces al espectador por un camino dando poco margen a su interpretación? O esto es intencionado.
A.A- Mira, te voy a decir lo que ocurre. Si por ejemplo pintas una flor y el cuadro se llama “La flor” entonces pasaría esto que dices. Pero observa qué ocurre en el caso de algunos artistas que me han influido como Bedia (José Braulio Bedia Valdés, 1959. La Habana) que utiliza mucho el texto -y bien grande que lo pone-, así como en las obras de otros artistas de Norteamérica y también Cubanos formados en los ochenta, es un fenómeno que resulta interesante; ellos también utilizan el texto como un elemento intrínseco de la obra. No es algo nuevo, Magritte (René François Ghislain Magritte, Lessines, 1898- Bruselas, 1967) experimentó mucho con esto.
Yo me formé en la plástica de los ochenta y profesores como Juan Francisco Elso nos exhortaban a utilizar, sin prejuicios, el texto como complemento. Duchamp (Marcel Duchamp. Blainville, 1887 – Crevon, 1968. ) decía que el título es lo más importante de la obra, creo que no es para tanto, pero por ejemplo: cuando a esta pieza te pongo “La oficina y el templo”, no lo estoy literalizando del todo, te estoy sugiriendo mi intención, es como si por un lado tuvieses atado un punto de encuentro para todas las posibles interpretaciones que se manifiestan de manera aleatoria del otro lado, este texto apunta a ese centro, a ese punto donde va a parar la interpretación individual de cada espectador.
Por eso creo en el uso del texto cuando se utiliza de una manera inteligente y no de forma gratuita. “La oficina y el templo”: No hay ninguna oficina, no hay ningún templo, lo que hay son dos figuras, una que representa al hombre de negocios y otra a la cultura oriental. No te voy a poner un texto reductible, sería como regalarle la idea al espectador. Pero en este caso yo creo que lo apoya, porque si lo quitas podría ser leído más hacia las formas expresionistas que le sirven de medio expresivo a la idea, mientras que el texto te induce a relacionar tus pensamientos con la imagen, estableciendo un diálogo con amplias posibilidades.
P.P.- En tu trabajo, vemos que destaca una figura unas veces espiritual y en otros casos en controversia con este concepto. ¿En futuros trabajos seguirás investigando en esa dicotomía o escogerás profundizar en uno de esos caminos?
A.A.- Claro. Te he mostrado obras realizadas en un período muy largo y este incluye trabajos que repasan los dos aspectos. Pero “El ego y la caja de Pandora” es más reciente, allí enfatizo lo que le sucede al hombre contemporáneo que intenta ser más espiritual. Esto lo baso en mi propia experiencia, yo mismo tuve una formación materialista y eso ha provocado una crisis interna en mi forma de interpretar el mundo. Bueno. Tú sabes cómo nos educaron en Cuba, donde toda forma de religión era considerada como “opio de los pueblos” y ahora yo veo que una serie de lecturas -El Kybalion, por ejemplo, y también las nuevas interpretaciones en la física cuántica que apuntan a la unión entre el pensamiento científico y el espiritual- han desmontado mi formación como materialista puro. He descubierto en mí, que tras una materialización muy grande revelas de pronto un vacío… que dos más dos no siempre son cuatro, y esto me ha pasado a nivel espiritual.
Es una experiencia contemporánea, no solo mía, y a veces surgen cuadros como este, con una mirada más racional, y otros más implicados, realizados bajo un estado espiritual que no necesita tanto de la razón. También surgen otros que reflejan más bien una conciencia crítica. En “Mi decisión” el personaje está en un mundo metálico, frente a muchas puertas; te surgieren fuerza y duda. No sabe por dónde entrar.
P.P.- Color o forma. ¿Por dónde empiezas, como visualizas la idea por primera vez?
A.A.- Vamos a ver. Durante mi formación, como tantos otros artistas, trabajaba de una manera más racional y hacía bocetos. Conformábamos ideas -como si fuese una tesis de la escuela-. Ahora ya están tan incorporados en mí todos esos conceptos, que no necesito ningún tipo de pensamiento ni decisión previa a la hora de comenzar un trabajo ya sea por el color o por la forma. Hay un enfrentamiento al papel en blanco y lo que sale va tomando forma en una tensión en la que cincuenta por ciento es razón y el otro cincuenta intuición.
Para mí es tedioso ver una exposición en la que da lo mismo ver cinco cuadros que diez porque lo único que cambió entre uno y otro fue el color o la composición. Yo quiero que la figura que representa o presenta estos ambientes, que es una figura sin cara, masculina -porque la civilización occidental se ha desarrollado bajo el poderío machista- que este personaje que pinto, un poco herético, un poco el canon de siete cabezas, blanco, colonizador, esquemático… no te aburra como espectador, que siempre aprendas algo nuevo cuando cambies la vista de un cuadro a otro. Por eso trato temas diferentes dentro de la misma propuesta.
Tu experiencia es algo nuevo de una pintura a otra, aunque se asemejen en el sentido formal. Se repiten una o más figuras, encuentras textos como “Guardianes” en un mundo que es completamente abstracto. Con el título pasas del ambiente inconcreto, relativo… a un mundo fantástico en que ellos están como de guardia. ¿No? Aparentemente son imágenes abstractas las que envuelven los personajes, pero en relación con las figuras y el título dejan de ser abstractos, porque esa es otra de las cuestiones y esto hace referencia a lo que indicábamos antes. Con lo cual volviendo a la pregunta. Yo no hago un cuadro en mi cabeza primero; es una elección que se da de manera orgánica e intuitiva.
P.R.-Para los que nacimos en otros mundos muchas veces teníamos que aplicarnos con los escasos medios que encontrábamos, con lo cual muchos de nosotros nos vimos obligados a trabajar con muchas restricciones o incluso fabricar algún pigmento como medievales. Era divertido ver una exposición colectiva hecha con los mismos tintes. Los que hemos sobrevivido a esas experiencias ahora disfrutamos de todo tipo de medios además de las licencias que nos concede la propia evolución del arte. Yo me llevé un susto la primera vez que entré en una tienda de bellas artes aquí en España. ¿Ha influido en tu trabajo el acceso a recursos?
A.A.- Recuerdo que al taller de serigrafía llegó en los ochenta una cartulina azul y de pronto en todas las exposiciones todo teníamos esta cartulina de base. Era una cartulina como de paspartú que gracias a Aldo M. pudimos adquirir, disponer de ese material para nuestras exposiciones, ya sabes que en Cuba no elijes el champú que tú quieres. El que encuentres es el que usas. Mira, algunas de las obras que has visto fueron hechas en Cuba justo antes de venir para aquí, pero ese problema siempre lo tendremos los artistas. Aquí tampoco puedo hacer las obras que quiero porque todo vale mucho dinero y aunque ya el espacio no es el problema los materiales cuestan caro. Uno como artista siempre se ve limitado. ¿Qué es lo que uno tiene que hacer? Hacer lo que hizo Andréi Tarkovski (1932 – 1986. Rusia – Francia) cuando hizo la película “Andréi Rubliov” (1969). Era una película sobre un pintor de íconos y lo único que tenía era blanco y negro con lo cual trabajó metrajes y metrajes de blanco y negro porque estaba todavía bajo el techo de la URSS y solo tenía un poquito de color. Habrá pensado “¿Cómo voy a hacer una película en blanco y negro, sobre un pintor de íconos? “ Al final hizo completa la película con cuatro horas de blanco y negro y al final te pone, solamente, los íconos en color, de modo que tú lo recibes mejor que si todo fuera en color desde el principio. Es un ejemplo de cómo usando pocos recursos, si tú le buscas el lugar idóneo, puedes hacer una buena obra.
Yo al llegar a Barcelona no tenía las posibilidades de espacio con las que cuento ahora, entonces trabajé en formato pequeño; ahora, al afrontar formatos grandes, no me planteo hacer lo mismo porque quedaría ridículo, el cambio de formato condiciona un cambio en la imagen. O sea, la esencia es la misma, pero yo intento adaptarme a lo que tengo en cada momento. Este trabajo por ejemplo, es una cartulina modesta, papel cromado, el que se usa para las portadas de los libros. Es muy barato, este cromo no lo encuentras en tiendas de materiales de bellas artes, sin embargo, a mí me funciona más que si fuese un material más caro o más especializado, porque esto que ves aquí, esta sutileza metálica muy expresionista, es imposible lograrla con materiales buenos y quiero decir con esto que el material bueno no es solo el que compras caro o en tiendas especializadas, si no es el que te ayuda a conseguir lo que quieres comunicar con tu obra.
P.R.- Grandes maestros de las artes han incorporado sus vidas como parte de la obra. No comprenderíamos muchas obras de Andy Warhol, Piet Mondrian y otros muchos sin sus excentricidades personales. Su vida personal como performance de la obra en sí y no solo en artistas foráneos o de las llamadas vanguardias. Seguramente a maestros como Dalí se les reconoce tanto por su histrionismo expresivo como por su registro pictórico. A otros muchos artistas incluso medievales se les reconoce una cierta excentricidad o exposición de su vida personal y esa actitud muchas veces les ayudó a crear un Áurea alrededor de su trabajo que les encaminó en la configuración de un personaje que aunque los encasilló, les ayudó a difundir su obra. ¿Cómo se comporta Ángel Alonso ante este fenómeno?
A.A.- Si, bueno, este fenómeno del artista show-man empieza a partir de Wharhol. O sea, él es la figura que comienza a vedetizar, digamos que afianzar esa tendencia, hay muchos otros pero es el quien…
P.R.- No, no quisiera centrarme en casos extremos como Warhol o Dalí. Me refiero más bien al carácter activo o a veces divo en la relación del artista con su sociedad.
A.A- Bueno. Te diré que eso depende de la obra. Por ejemplo en los casos extremos que hemos nombrado necesitaban eso. La proyección del artista como parte del contenido de la obra. O sea, el contenido de la obra no es el cuadro en sí, sino también lo que dice el crítico, donde se exhibe, etc. ¿Qué es lo que lo conforma? Pues bueno, toda la gama de relaciones que conforman la obra. Y ahí viene lo que tú dices. ¿Cómo se representa? Yo creo que son tan válidos los casos extremos que hemos hablado como también la proyección del que se esconde, que ni siquiera muestra la cara, pero eso de esconderse también causa ese efecto que tú dices. Entonces, yo creo que la autenticidad del artista encontrará cual es el camino, si escandaloso como Dalí, o casi anónimo como Banksy, que acompañe su obra.
Yo creo que soy bastante mediático, pero no tanto en escena sino más bien a través de la letra impresa. Y además el hecho de escribir artículos de arte y críticas me ha ayudado a relacionarme con otros artistas. Creo que cuando escribo, al ser la misma persona que pinta los cuadros, el espectador establece una relación entre los mismos, al final todo se arma en una sola cosa; lo ves en actores que pintan o poetas que pintan y al final se crea una simbiosis que te hace analizar su obra en dependencia de la proyección que tenga. Pero todo es válido, es igual de válido esconderse o ser abanderado del dólar, del comercio como Warhol o la locura y el “absurdo pero no tan absurdo” como diría Carpentier del surrealismo, así tenemos por ejemplo a Duchamp que se autofotografiaba jugando al ajedrez con una mujer desnuda.
Mira llevándolo a la literatura, lo mismo tenemos un Lezama (José Lezama Lima. La Habana 1910 – 1976) que nunca salió de Cuba encerrado en su madriguera o tenemos casos como el de Marcel Proust que era un escritor muy social. En mi caso creo que se me da mejor, a través de las letras, de las revistas, difundir mi obra, no soy un artista performance, de hecho en las exposiciones mismas, no tengo una actitud de divo; no me gusta ir elegante, no me gusta sobresalir. A medida que vas trabajando se van relacionando tu realidad con tu personalidad creando así tu personaje. No tengo simpatía por los mega eventos aunque si tengo que participar voy porque soy consciente de que me convienen, pero eso es otra cosa. Disfruto más la intimidad de una sala pequeña con los cuadros que hice ese año.
P.R.- ¿Cómo te ha tratado el mercado?
A.A.- Han sido, ventas más bien de iniciativa individual, pero no estoy en ningún engranaje de mercado. En estos momentos no hay ninguna galería que me represente de forma permanente ni tengo contratos, no me he preocupado por eso. Yo no vine a conquistar España, ni nada por el estilo. Estoy aquí porque el mundo está globalizado y uno puede operar desde cualquier parte, por ejemplo el año pasado hice una exposición aquí en España, pero también participé en una en NY y otra en México. Ya no necesitamos estar en un lugar para actuar en él, puedes vivir en cualquier parte y participar en cualquier evento del mundo. Con Cuba lo mismo, sigo participando en cosas, en estos momentos la localización geográfica no es tan importante como lo era hasta hace poco tiempo.
P.R.- Planes de futuro
A.A.- Creo que después de la actividad tan cargada de trabajo que he tenido en los últimos meses lo que quiero es pasarme un tiempo en el estudio, elaborando nuevos trabajos y aprovechando que ahora dispongo de más espacio que antes. Volver al formato grande, el cual me atrae mucho y en ocasiones no lo he podido explotar por falta de espacio. Ahora quiero producir.
P.R.- Ángel, has vivido en muchos países y en cada uno de ellos te has integrado al máximo. Este proceso lo has vivido como una experiencia de asimilación o desde un punto de vista antropológico investigativo. ¿Cómo ha influido en tu obra haber sido tantos hombres?
Recuerdo que cuando viví en Suecia aprendí el idioma con mucho interés de integrarme a aquel contexto mientras veía que otros extranjeros se quejaban demasiado de la diferencia cultural o se refugiaban en una vida de gueto, es decir, limitada, nostálgica y autodestructiva. Con ese mismo interés de adaptación y de investigación ahora estudio el idioma catalán. Cuando uno se instala en un contexto determinado se enriquece más aprendiendo de estas personas que lo rodean que refunfuñando por las diferencias culturales que encuentre. Claro que son diferentes a ti, si quieres estar entre actitudes conocidas tendrás que quedarte en casa, pero si decides vivir en otro país solo hay dos caminos: O te ensanchas y cultivas la cercanía a esta nueva cultura o te reduces a la queja y a la negatividad.
P.R.- ¿Cómo definirías a Ángel Alonso?
A.A.-Vaya… no sé bien cómo responder a eso, uno tiene cierta visión de sí mismo según sus valores pero cómo saber definirte si nunca has sido otra persona, cómo definirte por dentro si nunca has estado en otra mente que no sea la tuya, no tienes posibilidad de comparación, no tienes referentes porque estás solo con tus pensamientos y no ves los pensamientos de los demás. Para definirte has de compararte y eso es autodestructivo. Puedo decir que soy tenaz, por ejemplo, y esa tenacidad puede ser poca comparada con la de otros, la verdad es que no pienso mucho en eso. Definirme no podría, implica demasiada responsabilidad.
P.R.:- En estos momentos. ¿Dónde se pueden comprar tus obras?
A.A.-Tengo una página web donde aparecen algunas obras en venta y se me puede contactar a través de ella (http://artistCuba.mipropia.com/portada.html), también a través del directorio de ARTEPOLI he conocido a potenciales compradores de mi obra, solo que no nos hemos puesto de acuerdo en los precios. Pero voy bien, recientemente pude vender un cuadro a un coleccionista de Dallas que me contactó a través de Facebook. Esto no ocurre muy frecuente, pero vender no es el motivo por el que uno pinta, se trata de una necesidad interna.
He querido presentaros este artista como una de mis asignaturas pendientes. Ángel es un creador paciente, concienzudo y consciente de sí y de su entorno. Este virtuoso es un ejemplo exiguo en estos tiempos; le caracterizan valores que no son muy habituales en el artista contemporáneo. La modestia y el compañerismo sobresalen sobre todas las virtudes no por ser las más relevantes en un artista, sino, por ser poco habituales. Ahora tiene espacio y pide tiempo para crear, lo dejo alejado de las urbes y de la farándula. Un abrazo amigo, muchos éxitos y tennos al corriente.