Ya es algo cada vez más frecuente que ARTEPOLI organice exposiciones con los artistas que participan en sus páginas. Esta vez la sala utilizada para la muestra es de especial significación. NauArt es un espacio de creación del que su galería es solo un fragmento, allí hay también -sobre todo- talleres en los que trabajan muchos artistas. Hacer una exposición en NauArt es mucho más que difundir las obras ante los ojos del público, es también compartir nuestras creaciones con otros creadores. Y el principal público de un artista es el colega, cuya mirada evalúa las obras con más exigencia y más conocimiento de causa que el crítico.
Es uno de esos artistas multidisciplinarios y versátiles, capaces de desarrollarse en más de una manifestación artística.
No cabe duda de que sus conocimientos de arquitectura han influido en la espacialidad que se respira en sus obras, para él se trata de una traducción plástica de su concepción del mundo, vinculada a la filosofía del Tao.
La artista nos dice: «Yo pinto ángeles, basándome en los conocimientos cabalistas. El de ahora es: HAHA-IAH , aviva el ojo para ver a Dios allí donde estés y con quien estés. En la materia también está el Espíritu y este ángel del Amor Incondicional, está pintado con los colores de TIFFERET».
Y agrega: «Cada vez somos más los que estudiamos la cábala»
Se trata sin duda de una obra de sanación espiritual que va más allá de sus valores pictóricos.
Sobre su trabajo hemos afirmado en nuestras páginas:
«Hay en la obra de este artista un control sobre la composición y el color que no parece venir únicamente de su dominio sobre la técnica sino de una paz interna, meditativa. Son imágenes hechas con la precisión de quien no tiene miedo. Se respira la exactitud y la meticulosidad de quien se entrega al arte en silencio».
«Pinto trozos de mis sueños que en el lienzo se convierten en psicomagia» Así define su obra Ana Novella.
El carácter de fábula lo percibimos en la disposición de los personajes, reparto teatral que resulta adecuado para crear historias, nunca las mismas, y no solo en la mente de diferentes espectadores, sino en diversas miradas de un mismo espectador, ya que son obras en las que no se descubre siempre lo mismo, son sensibles a reinterpretarse continuamente.
La pintura de Félix posee una enorme fuerza expresiva, su talante humorístico es a la vez agresivo y refinado, pero sobre todo de carácter social. El artista nos dice:
«Con el humor reflexivo e inteligente podemos referirnos a los sentimientos humanos, a los temas más candentes de este mundo globalizado y en crisis, donde millones de personas carecen de los más elementales derechos para vivir».
Además de pintar, la artista realiza audiovisuales al preparar vídeos documentales que rememoran a sus antepasados chinos y abordan su proyecto Color Miel.
Sobre su serie El peso de las ideas, ya hemos afirmado: «la palabra peso, más allá de su significado en relación a la fuerza de gravedad, alude a la moneda homónima. Aparece también (,,,) el pez, otro elemento que ha sido una metáfora constante dentro de su obra».
«Cada una de mis realizaciones artísticas es la consecuencia de experiencias vivenciales. Me planteo ante todo un cuestionamiento en cuanto al arte y tiene que ver con su funcionalidad, capacidad de reflexión, responsabilidad y/o acción simbólica».
Sobre la obra del artista guatemalteco ha expresado Julio Prado:
«La obra de Álvaro Sánchez abarca una continua indagación sobre los límites de la existencia, especialmente los bordes donde se sitúan el dolor, la muerte y la pérdida».
Para Álvaro se trata de «una visión muy personal sobre la fragilidad del ser humano, es decir, una reflexión acerca de la condición humana, es una celebración dedicada a nuestros errores y a las desgracias que nos recuerdan el ser imperfecto y finito que somos.»
Morillo es un investigador incansable, nos sorprende siempre con algo diferente en cualquiera de los medios expresivos que domina. Su acción sobre los materiales, desinhibida y salvaje, tiene que ver con su condición autodidacta, sobre la que ha expresado:
«Sí, el hecho de ser autodidacta me da libertad infinita; para mí es la liberación, el no tener en cuenta ciertas normas académicas me da frescura y fuerza para la realización de mi trabajo».
La artista es una apasionada de la naturaleza y se enfoca en lo insustituible que es cada instante. Por eso sus fotografías están protagonizadas por el cielo. Los cambios constantes de las nubes son una metáfora de lo irrepetible que es cada momento de la vida.
Es una obra meditativa, ajena a pretensiones superfluas, hecha para sí misma, en la que se resplandece la espiritualidad del momento presente. Una obra cuya limpieza aniquila las preocupaciones y nos llama a estar aquí y ahora.
Sobre el artista, en la revista CdeCuba dice Eva del Llano Rodríguez:
«Ángel León Valiente es artífice de piezas que se regodean en el placer estético, con buen trabajo técnico y deleite en la figuración.
Sin embargo, no queda en la simple admiración de colores y formas».
Y es que aquí la elaboración minuciosa, lejos de estar como alarde técnico, resulta imprescindible y aporta una enorme solidez a su ya madura obra
Se expresa mediante el dibujo a línea. Poseen sus imágenes un carácter de ilustración fantasiosa, literaria pero no literal sino metafórica.
Sobre su obra nos dice:
«Encuentro que hay una gran simbiosis entre la plástica y la literatura en mi hacer, tienen características en común, por ejemplo, soy muy barroco en las dos y voy al acto de creación con el mismo ímpetu y criterio tanto en una como en la otra, a dar vida desde la nada, sin una idea preestablecida».
Aunque estamos ante una artista que logra establecer muy buena comunicación con el espectador lo cierto es que pinta para sí misma, no persigue la fama ni tiene grandes pretensiones; su pintura es honesta y transparente.
Sobre su obra ha dicho Sílvia Vila Regí:
«Marisol pinta desde dentro hacia fuera. Sabe transmitir con personalidad y fuerza en su técnica la complejidad de los sentimientos y expresiones humanas, muchas de ellas inquietantes, profundas. Sus obras invitan a ir más allá de la tela, cautivan por su autenticidad».
Así se presenta al artista en ecured.cu:
«Su obra rinde culto a una parte esencial de la memoria de la Humanidad, que por antiquísima y también por desconocimiento, a veces se subvalora. Entre ocres, carmelitas, negros y blancos aparecen en sus lienzos figuras y fondos que revalorizan la forma de trazar y comunicar las ideas. Jorge Luis Delgado se remonta a 30. 000 y 40.000 años atrás. Trae de vuelta el arte de los comienzos y contribuye a entender cómo vivía y actuaba el hombre de las cavernas».
Sobre su trabajo así se expresa José Antonio Michelena:
«En sus obras, de acento antropológico, hay una mirada oblicua, generalmente irónica, hacia el destino del hombre; una reflexión sobre las paradojas del progreso tecnológico y la dialéctica en la civilización, pero también un enfoque de ese hombre hacia dentro, una revisión de sus conductas, gestos y vicios».
En este cuadro, titulado Pases mágicos, el artista nos remite a la asimilación de las enseñanzas de los chamanes del antiguo México recogidas por Carlos Castaneda
Es notable su atención a la naturaleza a través de una introspección meditativa. Es quizás por su experiencia en el grabado que sus pinturas contienen recursos visuales propios de esa manifestación. Las sutilezas logradas en las superficies pintadas —planos de color matizados por sutiles salpicaduras— no son posibles de apreciar con plenitud en las reproducciones fotográficas. Es importante aquí la precisión con la que escoge los soportes, explotando al máximo las posibilidades expresivas que le ofrecen, las diferencias en que reacciona un tipo de papel u otro ante una ejecución caracterizada por la seguridad y la delicadeza.
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