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EL CAAC de Sevilla presenta la primera retrospectiva de Amie Siegel en España titulada Arenas Movedizas. Son seis secciones hilvanadas por el concepto de la materia como elemento en continua transformación. En la exposición se incorporan obras de los últimos años y la instalación Relojes de Arena, realizada para la ocasión.
En la proyección Asterisms, Siegel reflexiona sobre la mutabilidad de la materia: elementos que dejan de ser alterados en lentitud por la naturaleza y pasan a serlo violentamente por la humanidad, a finalidades muchas veces prosaicas, como el lujo o la recreación. Hace visible la historia de los objetos cotidianos, los escenarios desolados en los que sus componentes se originan, su extracción, transformación y posterior destino. Decodifica su ADN y proyecta a nuestra mirada preguntas silenciadas, por su aparente trivialidad, en torno a la economía mundial o los problemas sociales. Cada objeto trae su estela; el elemento más simple de nuestro diario vivir puede ser un mensaje directo, la prueba de vida de otro país a miles de kilómetros de distancia, o el testimonio del trabajo físico de una persona, la migración o la riqueza.
Como elemento inédito a la experiencia perceptiva en la obra de Siegel, la arquitectura semisacra se vuelve el espacio por el que fluyen y confluyen los conceptos y estímulos. Para el videoarte Asterisms, se ha elegido el altar mayor de la iglesia, que hoy luce sin ninguna mueblería ni pintura original. Gracias al amplio vacío, las imágenes pueden desplegarse con libertad, y el sonido, recorrer, con ecos, las demás estancias. La misma materialidad pétrea, riega las paredes con un mensaje, que aparece, cuando las obras nos revelan sus secretos.
En la capilla de Santa Ana se exponen Marble Dust Paintings. Utiliza sedimentos de mármol para crear paisajes que evocan a las cavernas y canteras de donde se extraen. El polvo, no solo configura una imagen especifica, es ella misma. Pero no es una imagen realista en el sentido de la pintura de paisajes. Estos son paisajes interiores, remembranzas de lejanos mundos a los que la humanidad no llega. Aunque sus remanentes sí vienen a nosotros, en forma de material de construcción y demás objetos. Es complejo rastrear el origen, ya que el objeto adquiere apariencias que velan el mensaje de su naturaleza.
Normalmente, los minerales sirven para dotar de brillo y esplendor a imágenes que necesitan de sus propiedades para elevarse. A pocos metros de esta sala, en una de las secciones del claustrillo, están los sepulcros de Pedro Enríquez y Catalina de Ribera. Ambos monumentos se erigen en mármol, pero el material queda hasta cierto punto inhibido por las narrativas de las formas y el modelado renacentista. La obra de Siegel nos invita a mirar a nivel molecular, convertir el material en forma y fondo, y, sobre esta doble vía, conocer el resto. Lo mismo puede decirse de lo que nos ocurrirá con las yeserías, maderas, azulejos y otras estructuras del claustro.
El conjunto escultórico Relojes de Arena resume la idea expositiva y refuerza la idea curatorial. Son cuatro relojes de vidrio soplado con arena de tonalidades distintas. Es la representación del tiempo, presentado doblemente; por el objeto en sí y por el diálogo de sus dos componentes; arena y vidrio. Un ciclo infinito: la arena, que luego de un largo trayecto industrial deviene vidrio, para, en algún momento, convertirse en escombros. Es, a su vez, el tiempo detenido, cuya reflexión versa sobre la mutabilidad eterna. Así como la arena, que es hoy una cosa y mañana será otra, la capilla que la hospeda es hoy espacio museal, pero algún momento fue monasterio, carnicería, bodega, residencia, e incluso, fábrica.
La materia, al ser transformada, gana y pierde significados, porque el tiempo muta lo que está a su paso; de no hacerlo sería ir en contra de la esencia de la historia. La arena, viva, colorida y cálida, puede trocarse vidrio seco. A fin de dotar de una nueva apariencia que permita al mensaje de la arena palpitar, Siegel dinamiza las formas convencionales, crea varios bulbos y cuellos elongados. Redirecciona el tiempo. No hay nadie quien dé vuelta los relojes; a veces, es necesario detenerlo todo, observarlo y entenderlo. Los cristales vacíos son el futuro; allá irá la arena, y, a donde vaya, iremos nosotros.
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