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Manuel Valles Plasencia

Para los egipcios, el más allá está poblado de lagos de fuego en el que son aniquilados quienes carecen de conocimiento y la llama de la diosa lejana devora al profano. A los criminales y a los malos magos se les hunde en la hoguera de la muerte. Sin embargo, el fuego del origen ilumina el trono del faraón durante la coronación y brilla en el interior del templo; el capítulo 162 del libro de los Muertos es una fórmula para hacer que nazca una llama bajo la cabeza de los bienaventurados bajo la forma del hipocéfalo, disco de tela, papiro, bronce o madera situado bajo la cabeza de la momia y que produce una llama simbólica, brillo que diviniza la muerte y que encontrará en el limbo su forma simbólica última.

Manel Valles

Esta no es una exposición ni remotamente cercana a la imaginería egipcia, sin embargo, la civilización contemporánea posee sus propios recursos para que la historia se repita. Así, al igual que los elementos han sido utilizados a modo de salvación, en Occidente y Oriente, ayer y mañana; se encarna el proceso de sacralización del tiempo, al que escapa el cuerpo de luz por medio de la eternidad del instante; donde el hombre de conocimiento debe lograr el dominio de los cuatro elementos que son las potencias de la formación del ser y de la naturaleza y que constituyen la realidad y en particular la realidad material.

Es un tema complejo; pero si eso fuera así, estaríamos hablando simplemente de un orden de cosas y factores cerrado a unos pocos elegidos y a una gran mayoría de iguales.

Por lo menos sería así para mi, así que si hubiera de haber un punto de partida, iría a la raíz del asunto, entendiendo la materia abstracta como la expresión de la realidad en la cual se encuentra o se baña una entidad o concepto determinado. Estas pinturas pretenden ser esa serie de elementos contemporáneos expuestos al determinismo actual. Utilizo el simbolismo y la metáfora (como en el caso de mujer y planetas) e intento atravesar la era industrial y ahora digital a través o por medio de lo orgánico expresado, principalmente, como un fin en sí mismo.

Sustitución y comparación pueden ser en este caso representaciones de la psique en un intento único de alejarse de los viejos pilares desechando aquel saber innato que nos sobra siempre en un sentido metafórico. Así, todo artista debe sobreponerse a todo aquello que se espera de él y presentar batalla donde el frente lo requiera; frente al posibilismo y la inercia se requieren de nuevas actitudes capaces de taladrar las conciencias inertes y perentorias.