1__ Jean Baudrillard: Ilusión y desilusión estética en Letra internacional, Nº 39, Madrid, 1995, p. 17.
2__ «What makes it possible to see a painting? What makes it possible to see a painting as a painting? And, under such conditions of its presentation, to what end painting?» (Douglas Crimp: The End of Painting en On the Museum´s Ruins, The MIT Press, Massachusetts, 1993, p. 87).
3__ Stephen Melville: Philosophy Besides Itself: On deconstruction and Modernism, Manchester University Press, 1986, p. 87.
4__ «El símbolo no-representacional de la pintura moderna siempre representa algo, aunque sólo sea el deseo de no-representación. Puede tratarse de una versión del siglo XX del pintoresquismo decimonónico, la abstracción pura siempre es, hasta cierto punto, imagen o copia del ideal de no-referencialidad. Así se trata de un símbolo que se pone en relación con otros símbolos en relaciones de reduplicación y repetición» (Steven Connor: Cultura postmoderna, Ed. Akal, Madrid, 1996, p. 72).
5__ «El cuadrado monocromo tiene densidad de significado: su vacío es más una metáfora que una verdad formal –el vacío dejado por el diluvio, el vacío de la página en blanco» (Arthur C. Danto: Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia, Ed. Paidós, Barcelona, 1999, p. 166).
6__ «El cuadro monocromo es el icono más misterioso del arte moderno. […] No hay tema, ni drama, ni narración, ni presencia pictórica, ni toque. […] Y, sin embargo, aquí se encuentran los más profundos significados del arte moderno occidental: sus aspiraciones espirituales más elevadas, su sueño de un futuro utópico, su demencia, su locura» (Thomas McEvilley: A la búsqueda de lo primordial por medio de la pintura. El icono monocromo en De la ruptura al «cul de sac». Arte en la segunda mitad del siglo XX, Ed. Akal, Madrid, 2007, p. 37).
7__ Cfr. el capítulo Imágenes del mundo. La globalización y la cultura visual de W.J.T. Mitchell: La ciencia de la imagen. Iconología, cultura visual y estética de los medios, Ed. Akal, Madrid, 2019, pp. 93- 106.
8__ «Si, con todo, la experiencia del mundo es destruida por tal cantidad de partículas dispersas, por fragmentos y por particularidades, la idea de la totalidad resulta ideológicamente sospechosa (como hizo Theodor W. Adorno, aunque por motivos, en relación con la teoría norteamericana de la Ciencia): entonces el hombre queda prácticamente sin mundo, como sacrificio de aquella división del trabajo que no le deja más que una mirada sobre el detalle no aprehensible aunque funcionalmente dominante, y le fuerza a perder la experiencia de un todo»; (Hans Heinz Holz: De la obra de arte a la mercancía, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1979, p. 142).
9__ «De modo que la tarea del pintor, el acto de pintar, comienza por la lucha contra la forma intencional. Si hubiera una dialéctica en la pintura, se parecería a esto: no puedo realizar la forma intencional, es decir la forma que tengo la intención de producir, más que luchando precisamente contra el cliché que necesariamente la acompaña, es decir, removiéndola, haciéndola pasar por una catástrofe. A esa catástrofe, a ese caos-germen lo llamo el lugar de fuerzas o diagrama»; (Gilles Deleuze: Pintura. El concepto de diagrama, Ed. Cactus, Buenos Aires, 2007, p. 76).
10__ Hegel: Lecciones sobre la estética, Ed. Akal, Madrid, 2007, p. 617.
11__ Al final de un análisis sobre lo que llama «colores patológicos», Goethe apunta menciona «que las naciones salvajes, la gente inculta y los niños sienten una especial predilección por los colores vivos; que los animales se excitan hasta la ira por ciertos colores; que la gente refinada evita los colores brillantes en sus atuendos y en los objetos que les rodean, y parece inclinarse a desterrarlos por completo de su presencia». Cfr. al respecto David Batchelor: Cromofobia, Ed. Síntesis, Madrid, 2001, p. 138. Y, sin embargo, el mismo Goethe defenderá, en su Teoría de los colores, los juegos que llevan a la contemplación plena de la fantasía: «las pompas de jabón, los juegos con el té, el evanescente cromatismo de la linterna mágica, el dibujo de tinta china, las figuras animadas. En todos estos casos el color se libera, aéreo sobre las cosas. Porque su encanto no se basa sobre la cosa coloreada o sobre la sola tinta muerta, sino sobre la apariencia, el esplendor y el fulgor cromáticos».
12__ «En 1803, Goethe continuó elaborando la teoría de Newton con una teoría de color de su propia cosecha. Tratando de entender y acotar los efectos preceptúales del color, ideó toda una terminología para estos efectos: un lenguaje del color. […] Desde Goethe, ha abundado la especulación sobre el impacto, el movimiento, la direccionalidad y la temperatura de los colores. En el arte abstracto, el color se convirtió en el asunto principal» (Mieke Bal: Tiempos trastornados. Análisis, historias y políticas de la mirada, Ed. Akal, Madrid, 2016, p. 275).
13__ Delacroix hablaba de la pintura como «descanso del intelecto», algo que satisface esa necesidad de desconocimiento que es también la necesidad de la «alegre suciedad» que anima el deseo de pintar del pintor y le da ganas de «extender sobre un lienzo pardo o rojo un buen color graso y espeso» (Delacroix, nota en el diario del 11 de abril de 1824). Cfr. Daniel Arasse: El detalle. Para una historia cercana de la pintura, Ed. Abada, Madrid, 2008, pp. 380-381.
14__ Jean Luc Nancy: Corpus, Ed. Arena, Madrid, 2003, p. 16.
15__ Jean-Luc Nancy: Corpus, Ed. Arena, Madrid, 2003, p. 97.
16__ «Ver los cuerpos no es desvelar un misterio, es ver lo que se ofrece a la vista, la imagen, la multitud de imágenes que es el cuerpo, la imagen desnuda, que deja al desnudo la arealidad. Esta imagen es extraña a todo imaginario, a toda apariencia -y también a toda interpretación, a todo desciframiento. De un cuerpo no hay nada que descifrar -salvo esto, que la cifra de un cuerpo es ese mismo cuerpo, no cifrado, extenso. La visión de los cuerpos no penetra en nada invisible: es cómplice de lo visible, de la ostentación y de la extensión que lo visible es. Complicidad, consentimiento: el que ve comparece con lo que ve. Así se disciernen, según la medida infinitamente finita de una justa claridad» (Jean-Luc Nancy: Corpus, Ed. Arena, Madrid, 2003, p. 38).
17__ Jean-Luc Nancy: Corpus, Ed. Arena, Madrid, 2003, p. 110.
18__ «Noel Dobarganes –afirma Piter Ortega- is a versatile artist, who has moved between abstraction and figuration very fluently. Likewise, he has expressed himself in rural landscapes, animal representations, human faces, female nudes, among others. Some distinctive elements of his style are the dynamism and visible movements of the composition, the marked chromatic contrast, and a great complexity in relation figure/background (almost always surpassing the first one above the second). The relationship between man and nature, the unpredictable effects of light, as well as the links between past, present and future, are approached by the artist through multiple layers of paintings that overlap each other. In the conjugation of all this is the essence of the visual poetry that distinguishes Noel Dobarganes».
19__ «Retombée es también una similaridad o un parecido en lo discontinuo: dos objetos distantes y sin comunicación o interferencia pueden revelarse análogos; uno puede funcionar como doble –la palabra también tomada en sentido teatral del término- del otro: no hay ninguna jerarquía de valores entre el modelo y la copia» (Severo Sarduy: Nueva estabilidad en Ensayos generales sobre el barroco, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1987, p. 35).
20__ Recordemos que Adolf Loos, en su polémico texto Ornamento es delito (1908), señaló que el ornamento es una epidemia que tiene a los humanos esclavizados, una trampa, por tanto, un signo de degradación estética y moral, en definitiva, un delito, «puesto que perjudica enormemente a los hombres atentando contra su salud, el patrimonio nacional y, por ello, la evolución cultural». Loos sostenía que la evolución cultural equivale a la eliminación del ornamento y, así, refiriéndose a la modernidad, añadió: «Lo que constituye la grandeza de nuestra época es que esta es incapaz de realizar un ornamento nuevo». También Le Corbusier lanzó enfáticas diatribas contra la decoración. Los modernos tenían que buscar una pureza estética que obligaba a depurar el «fachadismo» como todo aquello que, por analogía epidérmica, es mero tatuaje. Al pensar favorablemente en el ornamento podemos sugerir que la efectividad del arte guarda relación, como sucede en la estética de Noel Dobarganes, hacia la autorreferencialidad. Según Alfred Gell, las superficies de un objeto se animan cuando los motivos decorativos proceden a articular «una intrincada danza a la que nuestros ojos se muestran dispuestos a abandonarse» (Alfred Gell: Sobre el arte ornamental en Concreta. Sobre creación y teoría de la imagen, nº 7, Valencia, 2016, p. 57). Los ornamentos, como es evidente en la «turbulenciaۚ» de las pieles de los retratos de Noel Dobarganes, no tienen otra razón de ser que al de captar la atención, literalmente seducirnos: este es el deseo meduseo de las imágenes.