Dos familias de artistas en el Kendall Art Center

Aldo Menéndez·Ivonne Ferrer·Adrián Menéndez
Luis Cruz Azaceta·Sharon Jacques·Dylan Cruz Azaceta·Vicki Roberts

Por: Ángel Alonso

A menudo creemos que la práctica artística acontece únicamente desde la individualidad, cuando en realidad se trata de una experiencia mucho más colectiva de lo que parece. Si investigamos a fondo los condicionamientos que dieron origen a una obra de arte, veremos el importante rol desempeñado por toda una serie de factores que intervinieron en su surgimiento. Conocer estas fuentes nos dará una visión más amplia de lo que es y de lo que contiene. 

El arte es un fenómeno psicológico bastante complejo; en el desarrollo de un creador intervienen influencias de todo tipo. Mucho se ha hablado del papel que juega la formación profesional -sea proveniente de una escuela o de carácter  autodidacta-, de los dominios políticos que se inmiscuyen en la obra, de las influencias sociales… pero es el núcleo familiar el más importante condicionamiento, y de esto se habla muy poco.

Por eso resulta valiosa esta exposición titulada Family Ties / Lazos Familiares , no solo por los logros personales de los artistas que la integran, sino porque la propuesta constituye un buen punto de inicio para una infinita investigación. La muestra nos hace preguntarnos si cada uno de los participantes hubiese producido la misma obra en un entorno familiar diferente.

En el caso de Aldo Menéndez fue ampliamente reconocido desde muy joven; en su entorno familiar se comporta entonces más como maestro influyente que como influenciado, pero todos los maestros saben que la enseñanza es recíproca, y Aldo también aprendió mucho en esta constante y rica interacción, rodeado de su familia plena de artistas. Sus obras presentes en esta exposición dan cuenta de ello. En estos retratos nada convencionales desarrolla al máximo aquella habilidad que le dejó su etapa fotorrealista, de la que nunca se desprendió totalmente. 

Durante el desarrollo de su carrera conservó su mano maestra, ya no en primer plano sino como elemento catalizador de las fragmentadas imágenes que sabía cohesionar. Los recursos de su primera obra siguieron evolucionando mezclados con la abstracción  y con abundantes elementos típicos del diseño gráfico. Siempre dejó un fragmento del cuadro para desplegar esa herencia fotorrealista, ese manejo virtuoso de los volúmenes que lograba con la técnica del pincel seco, y siempre mantuvo esa base fotográfica de la imagen hiperrealista, más allá del carácter de collage y el entorno surrealista que adquirieron sus piezas en años posteriores. 

En la serie Retratos en chino, contenedora del humor que lo caracterizaba, manifiesta su visión de sus seres queridos –y de sí mismo en su autorretrato- asumiendo un discurso intertextual y de reciclaje que lo inserta en esa dinámica posmoderna que tanto estudió y conoció a fondo. Todavía recuerdo sus clases en el curso Sericuba 90, en las que nos iluminaba con su profundo conocimiento sobre las tendencias más contemporáneas y sus comportamientos en cada década; supo predecir que ese año comenzaba la indiferencia propia de los 90, que contrastaba con el pensamiento utópico y esperanzador de los 80. Aldo sabía que nada nutre más a un artista que ejercer la crítica de arte y la investigación, porque esas actividades obligan al creador a acercarse con hondura a la obra de otros. El artista-crítico, de tanto lidiar con otros lenguajes diferentes al suyo, se desprejuicia y retroalimenta constantemente. 

Ivonne Ferrer, aunque en el sentido morfológico de sus piezas no se parezca en nada a su esposo, ha madurado su muy personal y potente obra escuchando sus criterios. Son pocos los artistas, en el panorama de las artes plásticas cubanas, que puedan presentarnos una obra cuyo sistema de representación sea tan difícil de clasificar. 

A casi todos nos pueden asociar con algún ismo, con alguna corriente, puedo decir de este o aquel artista de nuestra generación que es neo-expresionista, o que se le quedaron elementos del Bad Painting al que sucumbimos casi todos, puedo decir incluso de los más famosos, que en sus cuadros e instalaciones se repiten recursos manidos durante la transvanguardia italiana, pero de Ivonne no puedo decir nada de eso. Más bien se nota, en series como Anthropometry, un sabor a constructivismo ruso. Eso es, en todo caso, una asociación formal que podemos hacer en base a la intervención de lo geométrico, por los fondos blancos y el sabor a dibujo técnico de muchas de las imágenes. Ivonne mezcla referentes aparentemente inconexos, fragmentados, y labra así un discurso, plagado de alusiones, que nos invita a desentrañar su sentido. 

Y claro, toda obra tiene un pasado en el inmenso arsenal de la Historia del Arte, lo que quiero decir es que esta artista eligió muy temprano apartarse de la muchedumbre para buscar en su interior una manera de expresarse tan sólida como sutil. Incluso en una obra más compleja y ambiciosa como este democrático y «republicano» juego de ajedrez (Humanity’s gambit), en el que no aparecen piezas poderosas como los reyes sino únicamente peones, se cuida que el virtuoso manejo de la cerámica policromada no anule el poder conceptual de su discurso. Estamos ante una obra cuya seriedad la aparta de lo despampanante, que prefiere hablarnos al oído, buscar la intimidad con el espectador en vez de llamar su atención a la fuerza. 

Esa actitud susurrante, ese salirse de los clichés y las tendencias, lo ha heredado Adrián Menéndez. En esta exposición nos presenta una instalación  que juega con el espacio como sustancia, incluso como «forma», pudiera decirse, ya que tiene la innegable presencia del sujeto omitido de una oración, algo que físicamente no existe pero resulta imprescindible hasta el punto que puede «verse». 

Materiales no convencionales como la pintura fluorescente dan a las superficies de sus cuadros un protagonismo que se reafirma con el título de la serie: Abstraction came first, y tiene razón porque todo arte es, en el fondo, una abstracción. No es posible representación alguna, por figurativa que sea, en la que lo abstracto no esté presente, tanto en el aspecto formal (observemos un fragmento aislado de cualquier obra figurativa y obtendremos una prueba de ello) como en cuanto a la acepción de abstracción en su sentido genérico -más allá del movimiento artístico- y la acción meditativa que esta implica. 

The thought of sound and space produce shape, instalación que involucra todas las piezas tridimensionales que nos presenta, es un reto a los esquemáticos límites de las manifestaciones artísticas. Estas piezas pudieran existir también como esculturas  individuales, incluso cada uno de los elementos planimétricos pudiera ofrecer su propio discurso como cuadro abstracto, pero es esta manera arquitectónica e incluyente de integrar los diversos elementos lo que nos envuelve, lo que nos hace respirar la obra e implicarnos en ella. 

En la otra familia que integra esta exposición, se destaca Luis Cruz Azaceta, pintor emblemático del exilio cubano, conocido por abordar con visceralidad temas como la alienación, la violencia y la emigración -especialmente la de los «balseros»-. Nos presenta en esta muestra una zona de su trabajo en la que los valores plásticos superan, en madurez y síntesis, aquello que en otros tiempos fue más directo, más obvio. Ha seguido pintando con la misma fuerza y vitalidad de siempre, pero su discurso es cada vez menos descriptivo. 

Ahora, con una figuración que a partir de su propia evolución se ha acercado a lo abstracto, en la que los cuerpos se entrelazan y los aislados ojos o las manos geometrizadas de dedos puntiagudos no se sabe a qué figura pertenecen, Luis supera el grito desesperado y lo sustituye por una reflexión meditativa-pictórica mucho más efectiva, infinitamente más certera que lo antes encarnado en un lenguaje más llano.

Porque estamos ante un artista que nunca se acomodó a lo que le dio el éxito, que lejos de repetir los recursos que ya habían entusiasmado al público continuó su búsqueda. No se estancó, por eso hoy nos asombra nuevamente, presentando este conjunto de piezas que denotan su permanente inquietud; obras que personifican las ideas que siempre manifestó pero –sin dejar de ser coherente- de una manera más dinámica, rigurosa y compleja.

Su esposa, Sharon Jacques, es una artista muy versátil, inquieta y experimental. Enfrenta los medios tradicionales, como la pintura, al mismo tiempo que realiza instalaciones con objetos; esta variabilidad tiene su base en el hecho de que en vez de trabajar a partir de los materiales -que es lo que hacen la mayoría de los artistas- lo hace a partir de sus ideas, por eso elige el medio más adecuado, el lenguaje más afín para esa precisa idea que lleva a cabo. En el caso de la obra Regarding the Pain of Others la intención necesita de la narración que elabora con los objetos que ordena. La obra se refiere al libro homónimo de Susan Sontag, agudo análisis de nuestra cultura voyeur, en la que miramos en vez de participar y en la que el dolor ajeno representa un espectáculo.

También en el lenguaje de la instalación pero de muy diferente factura, su Homenaje a Hannah Höch opta por una visualidad de espíritu dadá. Una vez más notamos que su modo de afrontar la obra está condicionada por el tema que aborda: Hannah Höch, además de fotógrafa y artista plástica, fue pionera del dadaísmo. Es muy posible que el hecho de trabajar como Museum Consultant, labor que implica acercarse sin prejuicios a múltiples lenguajes expresivos, influya en su abierta manera de asumir la creación. Logra así esta artista obras contundentes, lo mismo desde la pintura que desde su complejo trabajo con objetos.

Dylan Cruz Azaceta, hijo de Luis y Sharon, sintetiza en su trabajo el fuerte ímpetu expresivo de su padre y el carácter más racional y experimental de su madre, pero el producto es tan individual e ingenioso que no parece estar vinculado a las obras de sus progenitores. Aquí la influencia es por dentro y en el sentido conceptual; estamos ante una obra de fuertes implicaciones sociales, un trabajo que integra la fotografía con carácter de documento y el objeto con carácter simbólico.

La obra resulta directa, pero no literal; sumamente política pero no panfletaria, poseedora de esa agresividad necesaria a la zona más radical del arte, esa que no quiere complacer a nadie, esa que busca su propia verdad sin una sola pose. Se trata de una obra tan redonda y cortante como las cuchillas giratorias que en ella toman forma. El tratamiento del color en estas piezas parece sugerir la brillantez y reflejos de un metal afilado. Sus títulos redondean la idea, y si las imágenes fotográficas utilizadas ya son fuertes en sí mismas, juega un papel substancial la forma circular, giratoria, infinita y afilada de las piezas, porque nos remite al peligro, nos devela el riesgo en que vivimos como seres humanos y nos recuerda nuestra indiferencia cuando miramos a otro lado.

Vicki Roberts, esposa de Dylan, nos presenta una obra impresionante, Rounds se basa en el contraste de dos mundos opuestos. Por un lado tenemos una técnica entendida tradicionalmente como femenina (crochet), que enfatiza, con los colores algo apastelados que en ella se utilizan, un mundo maternal de suavidad y belleza, de candidez y flores; por otro lado está el motivo militar, agresivo y violento que aquí se representa: el arma.

Recuerdo aquellas obra de Ghada Amer, en las que bordaba en lienzos imágenes pornográficas, a las que contrarrestaba la efectividad erótica, a las que des-sexualizaba con la técnica del bordado; actividad socialmente encorsetada como «femenina y cándida». También Vicki desactiva esta arma de fuego, la torna amable, las convierte en juguete infantil, ingenuo, inocente.

Su obra Mother, encarna una historia mucho más íntima y personal; en ella el símbolo de la suerte utilizado (el trébol de cuatro hojas) es igualmente subvertido. Ser especial, ser diferente, entraña a veces una realidad mucho más dura. La artista identifica la mutación genética que condiciona la cuarta hoja del trébol con aquella que sufre desde su nacimiento y que afecta el ritmo de su corazón. Una obra hermosa, inteligente y desgarradora al mismo tiempo.

Diferentes edades y puntos de vista se unen en esta muestra, complementándose y enriqueciéndose con la incondicionalidad que caracteriza a las buenas familias. Esta no es una exposición más, se trata de una de las que trasciende al proponer una verdad contundente. Y no es que no lo supiéramos, es que nunca pensamos en eso. Nuestros egos hacen que nos creamos mucho más independientes de lo que somos, pero el entorno familiar es y será una parte muy importante de nuestra vida.

Exposición Family Ties / Lazos Familiares, K.A.C. /12063 SW 131 ave. Miami. Fl 33186 / ww.kendallartcenter.org / Desde el 26 de noviembre hasta el 10 de enero de 2022. Abierto al público por cita al teléfono 305 778 7739, de 9.00 am a 5.00 pm. La muestra ha sido comisariada por Yuneikys Villalonga (Chief curator Coral Gables Museum)

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