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Begemot Art & Fashion Gallery

Mítica sala vuelve a abrir sus puertas

Por: Margarita Yarmats

Artículo. (Versión digital)

El pasado enero volvió a abrir sus puertas en Barcelona Begemot Art & Fashion Gallery.

En esta ocasión, la galería optó por adecuar parte de su espacio para rendir el homenaje a Carlos Mata (Palma de Mallorca 1949 – Barcelona 2008) exponiendo tanto su obra escultórica como pictórica de forma permanente.

Carlos, el menor de los hijos de Vázquez Mata, predestinaba a cursar medicina, una de las dos carreras «permitidas» en la familia, además de ingeniería, con lo que el joven que soñaba con ser pintor solo pudo ingresar en la facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, mientras tomaba clases de pintura a escondidas de su familia. En el 3.er curso abandona sus estudios universitarios para formarse en Beaux Arts de París. Como anécdota contaba, que el viaje hacia la capital de Francia lo realizó con uno de los baterías del mítico Georgie Dann. Tras estudiar en BAP pasó un tiempo viviendo en Carrara (Italia) trabajando en las conocidas canteras de mármol, donde el joven escultor realizaba trabajos en arte funerario que permitía además de perfeccionar su maestría artística acceder a un sueldo más digno de lo esperado si se dedicara al arte.

Carlos Mata siempre vivió «a caballo entre París y Barcelona», con lo que la capital francesa se convirtió en su segundo hogar. La época en París no fue fácil para el artista. Como muchos de los que eligen la vida bohemia, andaba escaso de dinero, sobre todo con la inversión que suponía la dedicación a la escultura. Uno de los momentos más duros de aquellos tiempos fue cuando cayó enfermo sin tener ni siquiera medios para adquirir los medicamentos. Ahí pensó que no valía la pena lo que hacía, de modo que reunió todas sus fuerzas para llevar las esculturas que había realizado al chatarrero y así recuperar algo de dinero. Debilitado por la enfermedad, tuvo que bajar las pesadas esculturas por las escaleras del edificio en el que residía entonces, cargó toda la obra que tenía en una camioneta, pero falto de la gasolina, el vehículo acabó parado en la Rue du Roi-de-Sicile. El joven escultor estuvo dispuesto de proseguir caminando con parte de la carga, cuando una mujer se le acercó preguntando qué es lo que llevaba y a dónde se dirigía. La mujer resultó ser Carmen Martínez, la propietaria de una galería parisina que llevaba la obra de Pablo Gargallo. Al conocer la historia, Carmen, junto a su compañera Viviane Grimminger, se ofrecieron a adquirir algunas piezas de escultura, salvándolas del chatarrero, además de brindarle la posibilidad de representar la obra en su galería.

En 1979 inauguran su exposición personal de escultura. De un talento indiscutible, Carlos Mata ha experimentado con los materiales y técnicas de lo más diversas, tanto en la pintura como la escultura, sin dejar de lado el dibujo y el grabado.

En su trayectoria como escultor pueden verse influencias de los grandes maestros como Rodin, Modigliani, Giacometti, Gargallo, Fenosa (para el que, según contaba, trabajó en el conjunto A Pau Casals de Barcelona, entre otros). Tuvo también su época cubista, para finalmente llegar al minimalismo inspirado por los orígenes del arte del Mediterráneo. De su temática animalística destaca su serie de toros y caballos, aunque también realizó otros tipos de animales y aves.

A pesar de ser conocido más por su faceta de escultor, nunca abandonó su pasión, la pintura, en la que desarrolló un lenguaje propio en diálogo directo con su obra escultórica. De mente curiosa e insaciable, experimentaba constantemente con los materiales y texturas, buscando las formas y acabados originales. Eso le llevó a desarrollar su propia patina de bronce, única y tan característica de su obra. Hasta ahora de forma natural nadie consiguió repetir la magia de sus pátinas.

Todo el proceso de creación (excepto el de la función) lo hacía él mismo, tan solo a veces ayudado en los procesos más rutinarios por alguno de sus ayudantes. Al salir de la fundición, cada una de las esculturas pasaba por «máquina de cizallar» (la amoladora) del escultor, seguido por la aplicación de la secreta pátina en frío en la terraza de su taller de Barcelona y terminando con varias capas de cera para proteger la misma.

Carlos Mata fue el artista que amaba el arte por encima de todo. Se entregó puramente al arte y vivió la mayor parte de su vida en los talleres literalmente respirando el bronce que dejaba sus sábanas de color verde.  •

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